Aunque me castigue
la Real Academia
por malversar
el público caudal de las palabras
informaré calada
el acontecimiento de la pasada madrugada.
Mojaba la nube crespa
crestas repeinadas
estropeando atuendos de telas largas
y juventudes cortas.
Bailé por cuatro horas
(o más…
no las conté)
disfrutando el contoneo
de tu torso
y de tus ojos claros, claro.
Me llevé tu mano tocando mi cintura.
Si me escribes, apolíneo,
tal vez la querré devolver.
Paulina Meza